Por lo general, el mantenimiento es considerado como una fuente de gastos, pero este es un concepto que debería ser cambiado y considerarse como una inversión necesaria para reducir costes.

“Para ahorrar hay que saber gastar”

Si consideramos que es un gasto, intentaremos gastar lo menos posible, sin tener en cuenta la necesidad de realizar el mantenimiento.

Una máquina puede estar en perfecto estado de funcionamiento, lo que hace planterse si realmente necesita mantenimiento, en esos momentos suele escucharse “para que voy a hacer mantenimiento si funciona perfectamente”. Efectivamente hay momentos en que si algo funciona, mejor no tocarlo, pero sólo siempre y cuando el equipo esté perfectamente controlado, es decir, utilizando herramientas predictivas para dicho control.

Pero, ¿son caras estas herramientas? No tiene por qué. En muchas ocasiones podemos, mediante sencillas técnicas y no muy costosas, tener en seguimiento a un equipo y ver si realmente es necesario realizar una intervención de mantenimiento.

¿Es consciente de su coste/hora de producción y el coste que se genera por una avería?

Por otra parte hay que pensar a medio plazo y no en un plazo inmediato, es decir, no quedarnos en “es cara la intervención, así que no la hago”. Hay que valorar las consecuencias que supondría una avería por no realizar dicha intervención y su coste añadido. Generalmente, el coste de mantenimiento es mínimo frente al coste que supondría la avería y sus consecuencias (línea parada, pedidos no entregados, coste de repuestos, coste de intervención en la avería,…).

Por tanto, en cuestión de mantenimiento, debemos tener en cuenta todos los factores posibles que pueden afectar al funcionamiento y analizar las posibles consecuencias. Un sistema de mantenimiento optimizado es la mejor manera de evitar costes posteriores.

Cambiemos por tanto de pensamiento y que el mantenimiento sea una inversión para evitar costes innecesarios.

Angel Partida
Ingeniero Técnico Industrial
Fundador de “Mantenimiento & Mentoring Industrial” 

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